En el interior de la piscina, este sistema configura uno de los mecanismos que mayor importancia tienen sobre la limpieza del agua y la no proliferación de bacterias, evitando así que se generen infecciones u otros problemas sobre la piel de los bañistas.
La acumulación de arena en el fondo de la pileta constituye uno de los problemas más frecuentes en las tareas de mantenimiento de la piscina. No se trata de un hecho que esté necesariamente vinculado a la presencia de arena en las inmediaciones de la instalación, sino que habitualmente se debe a una rotura o a un mal funcionamiento del filtro de arena. Éste configura uno de los mecanismos que, en el interior de la piscina, mayor importancia tienen sobre la limpieza del agua y la no proliferación de bacterias que puedan generar infecciones y problemas en la piel de los bañistas. Cabe añadir que este sistema ayuda a filtrar el agua de las impurezas pero que, en ningún caso, proporciona efectos desinfectantes, reservados al uso de productos químicos como el cloro.
Cómo funciona el filtro de arena
El mecanismo que utiliza este sistema de limpieza plagia a grandes rasgos el movimiento que tiene lugar en la propia naturaleza: el agua se filtra a través de la arena y ésta retiene todas las impurezas y los elementos contaminantes que se han ido acumulando. De hecho, las estaciones depuradoras de aguas residuales también utilizan este tipo de filtro, que lleva incorporado un depósito con dos terceras partes de arena de cuarzo.
Para que este sistema funcione, el circuito se sirve de una bomba que ayuda a trasladar el agua de la tubería superior a la inferior. Durante este recorrido, el agua atraviesa la arena y otro tipo de componentes depuradores como las velas o placas, cuyo objetivo principal es separar los residuos del fluido. Este tipo de filtro dispone también de un manómetro, que es el aparato que mide la presión de los líquidos. A mayor presión mayor suciedad se acumula en el interior del filtro, por lo que más cerca se encuentra el momento de realizar las tareas de limpieza.
Mantenimiento ordinario y extraordinario
Para llevar a cabo el mantenimiento básico del filtro es fundamental ejecutar con asiduidad la acción del retrolavado. Lo recomendable en estos casos es realizar este tratamiento por lo menos una vez a la semana, sobre todo en los períodos en los que la piscina está más concurrida. El primer paso consiste en encender la bomba y situar la válvula selectora sobre la posición de retrolavado (backwash), para posteriormente abrir la válvula del tubo de descarga. Una vez activada la bomba, ésta sólo debe apagarse cuando el agua que salga fuera sea completamente limpia.
El ciclo de enjuague (rinse) configura el segundo paso de este mantenimiento básico, a través del cual se eliminarán por completo las últimas partículas residuales que aún flotan en el agua. El procedimiento a seguir es claro: debe apagarse de nuevo la bomba, redireccionar la válvula hacia la opción de filtrado, cerrar la válvula de descarga y volver a encender el sistema. Este último paso configura uno de los más importantes del proceso de mantenimiento, ya que si no se posiciona correctamente la válvula selectora puede volver a provocarse la aparición de arena en el fondo de la piscina.
Aunque resulta una de las mejores opciones para solventar el problema, en ocasiones este procedimiento no es suficiente para eliminar del todo la suciedad, por lo que cabe la probabilidad de que los tubos, las velas o la propia válvula selectora estén estropeados. Cuando esto ocurre, la sustitución total de las piezas o de las partes del mecanismo que se han averiado es la única solución posible.
El recambio de la arena del filtro puede prolongarse hasta los 5 o los 6 años, siempre que se realice con frecuencia el retrolavado y se lleve a cabo un correcto mantenimiento del sistema.
Limpieza anual del filtro
Para evitar que se formen microorganismos perjudiciales para la salud del bañista en el interior del filtro, que suelen ser los culpables de la aparición de enfermedades como la conjuntivitis o la otitis, una de las mejores opciones es realizar anualmente una desinfección del sistema de filtrado. El primer paso al respecto es llevar a cabo un control exhaustivo de la arena, revisando que ésta esté diluida y que no contenga grumos provocados por la incrustación calcárea. Debe descalcificarse el filtro mediante el uso de productos ácidos específicos y, posteriormente, es esencial volver a activar la función de retrolavado. Puede utilizarse el peróxido como desinfectante para drenar tanto el filtro como el agua, aunque éste debe permanecer durante toda la noche en activo para que reaccione correctamente. Por último, una vez realizadas todas las acciones anteriores, es fundamental repetir el retrolavado.
Durante la época invernal, otra de las medidas importantes a llevar a cabo es la de retirar el agua del filtro y posicionar la válvula selectora sobre la posición de invierno o posición neutra. No obstante, debido a la complejidad que conlleva este tipo de mantenimiento, también es aconsejable que un técnico especializado supervise una a una todas nuestras operaciones.
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